martes, 15 de noviembre de 2011

Madrid (Género Narrativa)

“Madrid me mata” 
Para llevarme a una nube mientras paseo.  Pensar que no hay otro lugar, otro sitio mejor donde pudiera pasear o donde encontrarme en ese instante.

Quizá guiada por la alegría de una tarde redonda o por las ganas de que así sea (lo ignoro) pero me siento ligera, ágil, serena, brillante y las calles añejas, pisadas y desgastadas, a mí se antojan hoy nuevas.

Hasta la calle Postas y la fachada de la Posada del Peine, los soportales de la Plaza Mayor. La gente en los bares, las risas, los besos, los abrazos, los “ambulantes”… Todo para mí es nuevo: Brillante.

Y creo que casi he dejado de ser yo. Soy invisible. Feliz espectadora.

Días atrás me entristecía pensando que me sentía tremendamente sola, que no quería salir al mundo no fuera a ser que me comiera. ¿Ahora? Ahora estoy dispuesta a comerme la vida a bocados. Libre, ligera sin esperar, y sin nada ni nadie que espere más de mí de lo que yo quiera dar.

Viviendo el momento.

¿Quieres parar? Paras.

¿Detalles?  Muchos. Redescubrir recovecos en fachadas, esquinas. Fotos mentales en blanco y negro. Historias escondidas en cada rincón ajenas a mí, pero hoy mías.

Una leve sonrisa en mis labios y mis ojos se abren para recibir todo lo nuevo; lo que no había visto antes, cegada por la tristeza. Despertándome de un largo letargo.

“¡¡Qué forma más extraña he tenido de perder el tiempo y no me he dado cuenta!! He perdido mi tiempo. Mi vida”. Pienso y borro automáticamente, sonrío y dejó lo gris; me digo: “He vuelto y eso es lo que importa”.

Hacía mucho tiempo que no sentía tal sensación de ligereza, de libertad, de…
“Puedo, ¿puedes?, ¡!PUEDO!!”

Así que: “¿Madrid me mata?”
Algún día quizá me matará sí, por su rapidez en el ajetreado ir y venir,  me acordaré de sus horarios, de su ruido infernal, del bullicio incesante de la gente que no para.
Pero ahora me lleva a una nube y me hace sentir viva.

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